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Despejado
13/01/2025
Fuente: telam
Las manchas color gris opaco son gomas masticables que alguien desechó sin pensar en que el residuo seguirá allí durante años, o incluso décadas
>Los manchones grises que salpican las veredas de La observación la llevó el periodista y artista Gabriel Levinas a la mesa de Radio Mitre. Según contó, se percató del tema mientras visitaba Holanda: “Ellos son muy limpios, pero a pesar de eso, en Róterdam estaban estas manchas. Pregunté qué era y me dijeron que eran chicles, me parecían un montón”, describió en contacto con Infobae.
En las calles de esa ciudad portuaria se cruzó también con las obras del artista plástico Ben Wilson. Lo apodaron como “el hombre chicle”, porque pinta cuadros en miniatura sobre las gomas de mascar secas y aplastadas que encuentra en distintas partes del mundo. “Me pareció muy divertido y sentí que estaba diciendo algo el tipo, como que algo hay que hacer con el desastre que hace la gente”, evaluó Levinas. Regresó a Buenos Aires y notó que en las veredas porteñas pasaba lo mismo, así que se puso a investigar más sobre el asunto. Encontró, por ejemplo, que un chicle puede tardar hasta 25 años en descomponerse en la vía pública.Otro caso más cercano: en Ecuador hicieron una inversión de 180.000 dólares para limpiar el Centro Histórico de Quito, donde llegaron a encontrar hasta 36 chicles por metro cuadrado.
En 2017, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires hizo una campaña de limpieza y concientización que se limitó a la calle Florida, que se extiende por poco más de un kilómetro. Solo en esa traza retiraron 90.000 chicles pegados a lo largo de la peatonal.Además, desde el GCBA alertaron que esta problemática no solo ensucia la vía pública, sino que puede ser “un foco de infección” para los vecinos y una trampa mortal para la fauna, que puede confundir el chicle con comida.
Gabriel Levinas señaló lugares como la Facultad de Económicas de la Universidad de Buenos Aires, donde “sobre la entrada de la calle Uriburu hay un montón, lo que significa que los tiran antes de entrar”. También lo observó en esquinas muy transitadas, y resaltó lo “insólito de que en este caso están al lado de los canastos de basura, y en vez de tirarlos adentro los dejan en el piso”.En el Parlamento británico se discutió un proyecto que planteaba cobrarle un impuesto a los fabricantes -similar al que se aplica para las tabacaleras-, y que ese dinero se destine a la limpieza de las veredas. La propuesta no prosperó.
Singapur eligió un camino más extremo: prohibieron el consumo de chicles en 1992, y solo pueden utilizarse bajo indicación médica.
Fuente: telam