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21/12/2024

“Contra la falsa denuncia no se puede nada”: la admisión de una jueza y dos ejemplos que confirman la desidia

Fuente: telam

Sucedió en un taller sobre violencia familiar auspiciado por el Colegio de Abogacía de La Plata. Otra participante completó la idea: “En el foro de familia, no se comprueba ningún hecho, simplemente se pone paños fríos”. Sin chequear, se dictan medidas de exclusión que rompen los vínculos parento-filiales por lapsos que se hacen eternos

>Abogada: Doctora, le hago una consulta. Cuando se presenta la medida, la solicitud, ¿ustedes analizan los hechos como para determinar el plazo, por ejemplo, de la perimetral…?

Así, rápida y contundente, es la respuesta que da la jueza María del Rosario Rocca, titular del Juzgado de Familia n° 6 de La Plata y subrogante en el n°3, a la consulta que le hace la abogada Erica Luna durante el “Taller práctico sobre violencia económica y violencia simbólica”, organizado por el Colegio de la Abogacía de la capital bonaerense, Poco antes, Rocca había dicho: “Contra la falsa denuncia no se puede nada, ¿está?” El asombro fue tal que se escucha de fondo a una persona que la cámara no muestra y que exclama: “¡Ah… bueeeno!” Esta misma persona admite luego con resignación: “En el foro de familia, no se comprueba ningún hecho, simplemente se pone paños fríos”.

El tema aparece varias veces, a lo largo de las casi dos horas que dura el taller, ya que varios muchos participantes se muestran preocupados por ver cómo limitar el alcance de ciertas medidas, y cuando la Jueza de familia reitera “no es mi tarea (corroborar los hechos), no es el objeto del proceso de violencia, básicamente”, otra asistente admite que las denuncias son tomadas como válidas y que “ante la falsedad, que sabemos”, tendrían que pasar el tema al fuero penal, “porque yo en mi fuero jamás voy a comprobar que es mentira, porque la ley no está para eso, está para poner paños de agua fría por la verdad o por la mentira que sea”.

En los juzgados de familia se acumulan los litigios por la tenencia y régimen de visita de los niños de padres separados. El crecimiento es exponencial, porque la gente se divorcia con mucha más frecuencia y facilidad que antes, pero también por el sesgo de género implantado en los últimos años en la justicia; el ”yo te creo hermana” que ha contaminado estas causas asimilando toda denuncia a una condena.

“La Ley no es mala, pero no se cumple”, decía a Infobae hace un par de años Hay un tipo de falsa denuncia que es el más frecuente y el que los jueces podrían más fácilmente desmontar: la denuncia exagerada. “¿Usted le gritó a su hijo/a?” “Quizás, sí, alguna vez me habré descontrolado”. Maltrato infantil. Abuelos o tíos intentan un acercamiento, como llevarle un regalo al colegio el día del cumpleaños; la otra parte denuncia acoso. Violencia psicológica. “¿Usted le bajó los pantalones a su hijo?” “Sí, ¡para que haga pis!” Abuso infantil. Aspectos de la vida cotidiana son mirados bajo una lente intencionadamente deformante.

Los plazos de las cautelares se eternizan porque la desidia y la ideología se combinan con la falta de recursos ante una litigiosidad creciente. Esto facilita el accionar de ex parejas movidas por el rencor, que encuentran además soporte en abogados y psicólogos inescrupulosos y en jueces que en algunos casos están desbordados y en otros hacen gala de desidia. Como admite Rocca en el taller, optan por la vía más fácil, que es cortar los vínculos.

Pero en la práctica, aun percibiendo la mendacidad (“la falsedad que sabemos”), se cortan los vínculos.

Uno de los padres que se comunicaron con Infobae para denunciar este tipo de situaciones, preguntaba: “¿Cómo pueden dormir tranquilos?”

Muchos actúan amedrentados por la exacerbación de género vivida en los últimos años. Prefieren arruinar a una familia antes que tener el juzgado sitiado por fanáticas. Como surge del intercambio en el taller, la indiferencia por las consecuencias de las medidas que se toman en el contexto de separaciones litigiosas parece regir la actuación de muchos jueces de este fuero.

Una pregunta dirigida a la jueza Rocca fue: “¿Qué pasa cuando iniciamos la denuncia por violencia, decretan una medida cautelar, y automáticamente el papá no ve más a la criatura, aunque la cautelar no es para la criatura, sino para la madre? ¿Cómo podemos hacer para que los jueces nos autoricen, nos permitan encontrar un medio para que ese vínculo no se rompa con el padre?”

Estos tiempos de la justicia no se corresponden con los de la vivencia de un niño para el que tres meses son una eternidad.

Alejandro Novak intuyó hace unos años que iba a ser víctima de este tipo de maniobras porque la madre de sus hijos de la que estaba separado ponía trabas a la relación. A través de su abogada hizo una presentación en los Tribunales de Lomas de Zamora, declarando que temía “una posible denuncia que me alejara de mis hijos”.

Él había ido de vacaciones a Brasil un mes con los niños y con su hija mayor, fruto de un matrimonio anterior. Todo había ido muy bien, pero a la vuelta se encontró con esta denuncia.

¿En qué consistió la denuncia? “Según mi ex mujer, mi hija adujo que yo la había insultado. A partir de allí intervinieron un sinfín de distintos psicólogos particulares, contratados por la madre, que también es psicóloga, que entrevistaban a mis hijos sin mi consentimiento. Estos terapeutas jamás han tomado contacto conmigo pero hicieron informes donde hablan de que habría violencia verbal, sin especificar”.

El impedimento de contacto, que hasta entonces era esporádico, ahora es formal. “El Juzgado donde está radicada la denuncia hace oídos sordos a todo lo que digo o planteo. Llevo más de un año sin contacto con ellos. Mis hijos nunca fueron entrevistados por el Juzgado (n°7 de la Ciudad de Buenos Aires, a cargo de la jueza Myriam Cataldi) que impide el vínculo; nunca nos han llamado a todos para aclarar la situación. Ellos tienen el deseo de verme, nuestro contacto era muy bueno y fluido”.

“Parecería ser la nueva moda en los juzgados de familia -comenta Novak-; se cubren con meros informes psicológicos, muy vagos, carentes de fundamentos y con un trato totalmente desigual entre partes. El denunciado no es oído, ni considerado en ninguno de sus argumentos”.

Por otros familiares, Novak sabía que sus hijos reclamaban por él todos los días. Finalmente, después de 8 meses, una psicóloga, a la que califica de “iluminada”, aconseja la revinculación, haciéndose eco de los reclamos de los niños. El juzgado la concede, pero administrada. “Quiere decir que un centro especializado interviene en el proceso -explica-. Acá entrás en otro mundo, centros abarrotados de causas, turnos con meses de demora para iniciar el proceso. Algunos privados te ofrecen algo más próximo, pero cobran fortunas”.

“Después de 45 días de haberles otorgado la facultad de iniciar el proceso -dice-, sólo me entrevistaron a mí y luego se excusaron de continuar en el juzgado diciendo que no podrían cumplir con mis expectativas, yo sólo les pedía un cronograma de trabajo y avances, y la madre jamás se presentó en el centro, dejando a las claras su voluntad de continuar obstruyendo el vínculo de mis hijos conmigo”.

El enojo de Novak también es contra los abogados. “No tienen lo que hay que tener para defenderte. Te dicen ‘no le puedo decir eso al juez’. Los abogados del fuero civil no presionan a los jueces”.

El caso de A.L. es muy similar. Mantiene en reserva su nombre para no atraerse más denuncias de su ex. Padre de un varón de 13 y una nena de 10, hace un par de años le habló a su mujer de divorcio y ella decidió adelantarse y en marzo de 2023 lo echó de la casa y desde entonces empezó a escatimarle los encuentros con sus hijos. No sólo a él, sino a toda la familia paterna. “Esto es alienación parental y maltrato infantil”, dice él.

A.L. también ha presentado varias denuncias contra su mujer por no cumplir con el régimen homologado en el Juzgado de Familia N°1 de Quilmes. “La jueza a cargo, Gabriela Blanchiman, a quien no conozco ni apareció en ninguna mediación, no ha accionado hasta la fecha para ayudar a mis hijos, a pesar de contar con un informe psicotécnico del propio juzgado que confirma la manipulación”.

“Durante este tiempo mi ex mujer y su entorno se encargaron de llenarles la cabeza a mis hijos con mentiras -dice él-, transformando su memoria y tratándome como el responsable de todo, por lo cual ahora ellos dicen que no me quieren ver”.

Desde entonces, hubo cuatro citas. La madre de los niños sólo se presentó a la primera y no a las tres siguientes pero no fue multada ni apercibida.

La abogada de A.L. presentó tres escritos denunciando el incumplimiento y aún así el juzgado no tomó ninguna medida. La mujer no fue multada ni conminada a presentarse.

Este pedido no ha sido resuelto.

A.L. sostiene que sus hijos están somatizando la problemática en la que los tiene inmersos su madre; ambos niños comenzaron con problemas de salud, como gastritis, valores bajos de plaquetas. En una de sus presentaciones, él afirmó que todo ello es “producto del estrés que su madre les provoca, obligándolos a mentir, vulnerando su derecho a vincularse con el progenitor no conviviente y negando los vínculos con el resto de la familia paterna”.

El informe del equipo técnico que supervisó los encuentros es muy claro. El 20 de abril de 2024 la madre asistió con los niños para la revinculación con el padre. Como el encuentro se desarrolló de forma amena, los especialistas decidieron reiterarlo la semana siguiente.

En el segundo encuentro, la madre recibe a la perito asegurando que sus hijos se niegan a ingresar, pone en boca de su hijo cosas que el niño niega y entonces lo trata de mentiroso, y “prosigue asegurando que retomar el contacto con su progenitor le habría ocasionado cambios negativos respecto a la enfermedad de base del niño”.

El informe agrega que el niño se muestra “aprensivo”, y pide “regresar junto a su progenitora para marcharse, negándose con obstinación a realizar el encuentro acordado”. También señalan que “es llamativo el comportamiento de la niña que continúa tomada del brazo de su madre y no logra hacer contacto visual con quien suscribe, conducta antípoda al encuentro sostenido previamente”.

“Se desprende de dichos sucesos un posicionamiento inflexible (de la madre) frente a la oportunidad de que los chicos puedan restablecer, dentro de un espacio supervisado, el contacto con su progenitor para así lograr recomponer su vínculo paterno filial”, dice el equipo técnico.

Los defensores del dogma de que a la denunciante hay que creerle afirman que las denuncias falsas son tan ínfimas que no constituyen un tema relevante. Esto es falaz. Si, como admite Rocca, las denuncias, incluso ante la fuerte presunción de su falsedad, no se verifican, la cifra es imposible de precisar. Además, el progenitor falazmente acusado, una vez que logra establecer su inocencia -si lo logra-, está psíquicamente tan agotado -y quizás también económicamente afectado- que ya no quiere oír hablar de ningún litigio más. Porque la justicia no investiga esto de oficio. Es el damnificado el que tiene que interponer a su vez una denuncia contra quien lo difamó. Obviamente, casi ninguno tiene la energía para hacerlo.

El actual ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, afirmó que “se creó una concepción hipócrita de que la mujer no miente”, y apuntó contra los “daños irreversibles” de las falsas denuncias, que “destruyen a una persona”.

La jueza Rocca admite que la veracidad o no de una denuncia no es relevante: “El punto es que hay que trabajar con seriedad este tema, porque detrás de una denuncia falsa, hay diez que son verdad”. Una de cada diez, no es poco, y de todos modos es un porcentaje arbitrario puesto que, como vimos, no se investiga: “Si a mí me traés diez medidas (cautelares de exclusión) y una es falsa, igual la voy a terminar sacando, pero se desdibuja la verdadera protección”, reconoce.

El modus operandi de la falsa denuncia se ha multiplicado -Muchas veces, aun demostrada la falsedad de la denuncia y establecida la inocencia del progenitor falsamente acusado, el tiempo transcurrido representó en sí mismo una condena: a la larga separación se une la imposibilidad de recuperar el vínculo con sus hijos ya dañado por el tiempo transcurrido y la inoculación del discurso del progenitor obstructor.

Aumentar las penas por falsas denuncias puede ser un disuasivo para quien tiene la intención de calumniar a su ex pareja con tal de desterrarla de la vida de sus hijos, pero hay otras cosas que la justicia puede hacer desde ahora: que los jueces cumplan con el procedimiento y los plazos que fija la ley para estos casos. Y reforzar a los juzgados con más presupuesto y personal. A las autoridades judiciales compete resolver este problema.

Fuente: telam

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